Yoga esencial
El presente
Vivimos en una era asombrosa y contradictoria. Inmersos en un mar de increíble tecnología, que vuelve realidad las cosas que hasta hace unas décadas eran fantasías de la ciencia ficción, seguimos padeciendo profundos desequilibrios psíquicos y emocionales. Construimos naves interplanetarias, pero los grandes interrogantes acerca del origen y el destino de nuestra existencia, interrogantes que surgieron en la mente de nuestros lejanos antepasados, siguen sin una respuesta convincente, o tal vez con demasiadas respuestas contradictorias
Los palabras "depresión", "angustia", "pánico", "fobia", "adicción" y los nombres de muchas enfermedades y síndromes físicos y mentales, se han vuelto trágicamente habituales en nuestras conversaciones, hasta parecernos algo "normal" o "propio" de la sociedad moderna.
Incomunicados
Como consecuencia de la llamada "revolución tecnológica e informática" llegó también la revolución en las comunicaciones, tal vez el evento más transformador de la historia humana. Este acontecimiento prometía ser un medio maravilloso para mejorar la calidad de vida de las personas y el estándar material e intelectual de toda la sociedad. Sin embargo, la realidad nos muestra que, sin desconocer sus muchas virtudes y méritos, la hipercomunicación actual trajo nuevos desequilibrios, desigualdades y alteraciones individuales y sociales, además de convertirse en un eficiente instrumento de poder, enriquecimiento y manipulación.
Irónicamente, la superabundancia de comunicación tecnológica ha generado un estado preocupante de incomunicación humana. Como resultado, tenemos —en general— una vida más cómoda y prolongada, pero no más feliz. Este estado de cosas no es culpa del progreso de la ciencia o de la tecnología, sino de nuestra falta de capacidad para utilizarlo de manera más racional y benevolente.
Un (muy) poco de historia
En Occidente, hacia fines del siglo diecinueve y comienzos del veinte, junto con la difusión del modelo de sociedad industrializada y capitalista que hoy disfrutamos y padecemos, algunas personas comenzaron a buscar en el acervo de Oriente las respuestas a sus interrogantes y necesidades vitales más profundas. Esperaban satisfacer mediante esa sabiduría ancestral lo que no lograban alcanzar con el poder económico o tecnológico, y tampoco con las religiones establecidas. El ser humano "moderno" volvió la mirada hacia la sabiduría más antigua, especialmente en los ámbitos relacionados con la filosofía, la salud, la espiritualidad, la religión, el ocultismo, la mística y las inquietudes existenciales en general. Muchos buscaron respuestas también en la herencia espiritual de los pueblos originarios de América. Más allá de las particularidades, la premisa era la misma: encontrar en la sabiduría del pasado las claves de una existencia más próspera, espiritual y feliz, claves que el presente no podía brindar.
La llegada del Yoga
En nuestro continente, ese movimiento hacia el conocimiento antiguo oriental se vio favorecido por la apertura de Oriente hacia América, con la llegada de los primeros mensajeros del conocimiento tradicional de India, especialmente del Yoga y el vedanta (sistema filosófico basado en la parte más moderna de los Vedas). Las personalidades más conocidas y populares en aquella época fueron, entre otras, Swami Vivekananda, delegado de la India en el Parlamento de las Religiones, realizado en Chicago en 1893, y Paramahamsa Yogananda, delegado de su país en el Congreso de Religiones Liberales, realizado en Boston en 1920. Muchas personas, en su mayoría intelectuales, se interesaron también por el budismo, como religión, filosofía o estilo de vida.
Durante el siglo XX, especialmente en la segunda mitad —luego de la Segunda Guerra Mundial—, se gestó el llamado movimiento o corriente de la Nueva Era (New Age), basado en parte en la creencia de que una nueva era astrológica, la Era de Acuario, produciría un profundo cambio espiritual en la humanidad. Sin emitir juicios de valor al respecto, es un hecho reconocido que gran parte de las ideas y propuestas de la Nueva Era fueron adoptadas —y adaptadas— , directa o indirectamente, de diversas tradiciones orientales, entre ellas del Yoga. Esto colaboró también en dar a conocer esta disciplina en muchos países occidentales.
El Yoga hoy
Desde que se conoció en América hasta el presente, el Yoga se difundió vertiginosamente de la mano de numerosas asociaciones, maestros y practicantes de diversas nacionalidades. La explosión en las comunicaciones, que antes mencionamos, alcanzó también a esta disciplina, generando una acelerada difusión de su práctica en los años recientes y poniendo al alcance del público una enorme cantidad de información al respecto. En la actualidad, el Yoga es reconocido en casi todo el mundo como un método eficiente para el mejoramiento físico, mental y espiritual, al alcance de la mayoría de las personas. Pero cantidad no es sinónimo de calidad. Al igual que otros saberes, el Yoga experimentó muchas transformaciones a lo largo de los años, algunas positivas y otras no.
Como transformación positiva podemos mencionar la adecuación, tanto de su práctica como de su difusión, al estilo de vida y la mentalidad occidental moderna. Por ser un sistema muy antiguo y originado en un entorno cultural muy diferente al nuestro, no sería prudente tratar de implementarlo sin una adaptación racional, tanto a la época como al lugar y la idiosincrasia de los practicantes modernos.
El lado negativo de esta oportuna adaptación es que, en ciertos casos, se desvirtuó demasiado la esencia del Yoga, hasta transformarlo en algo completamente diferente. Tal vez lo más notorio de estas trasformaciones sea la equiparación del Yoga con una simple rutina de ejercicios físicos, más o menos complejos, e inclusive con un deporte. Hay que tener presente también que a veces el Yoga se enseña mezclado con tradiciones, mitos, leyendas, dogmas religiosos y otras variables culturales, dependiendo de la formación y las creencias de quien lo transmite.
De qué se trata el Yoga
En la actualidad, la mayoría de las personas escucharon alguna vez la palabra Yoga y conocen algo acerca de su significado. Esta gran popularidad viene acompañada de cierta confusión cuando intentamos definir esta disciplina ¿es un deporte? ¿una ciencia? ¿una religión? ¿una filosofía? ¿un arte? ¿una terapia?. Ninguna de estas palabras define cabalmente al Yoga, pero podemos afirmar que su práctica requiere la perseverancia del deportista, la actitud del científico, la espiritualidad del religioso, los cuestionamientos del filósofo, la maestría del artista y la mirada del terapeuta.
Para nosotros, el Yoga, tomado en un sentido amplio, es una disciplina psicofísica de autodescubrimiento, fundamentalmente experimental y vivencial. Consideramos al Yoga como un proceso interno de transformación personal, no para montar espectáculos, exhibiciones ni competencias, sino para ayudarnos a descubrir y activar lo mejor de nosotros mismos, como individuos y como comunidad. El sistema del Yoga nos señala un camino de autoconocimiento y nos provee de los elementos necesarios para transitarlo, dejando en nuestras manos el trabajo de recorrerlo hasta donde lo creamos conveniente.
El Yoga Esencial
En la Escuela de Yoga Uttama no pretendemos inventar ni patentar un nuevo tipo de Yoga —es suficiente, o demasiado, con los que ya existen—. Por el contrario, buscamos cultivar lo que consideramos más importante y central de este sistema de conocimiento. Empleamos la palabra "esencial" en dos sentidos: por un lado como lo relativo a la esencia —o sea al constituyente natural, permanente e invariable de algo—, y por otro lado como lo que es sustancial, más importante y notable. Nuestra intención es despojar al Yoga de dogmas, mitos, fantasías y condicionamientos culturales innecesarios, preservando su carácter integrador, introspectivo, pragmático y espiritual.
Tradición e inspiración
Nuestra visión del Yoga está inspirada en las enseñanzas del maestro contemporáneo Prabhat Ranjan Sarkar. Él elaboró y propuso un estilo de vida basado en un modelo de Yoga (llamado Rajadhiraja Yoga) que es una síntesis de varias tradiciones clásicas:
- Tantra Yoga: es el origen del Yoga en general. Trata sobre el control de las fuerzas sutiles de la naturaleza, internas y externas. Del Tantra Yoga provienen las prácticas relacionadas con los centros psíquicos (chakras), los sonidos místicos (mantras), los símbolos (yantras) los canales sutiles del cuerpo (nadis) y las energías vitales (prana). Del tantra proviene también la visión cosmológica del Yoga
El Tantra Yoga no es "Yoga sexual", como se interpreta a veces, sino un conjunto de saberes prácticos muy profundos sobre la esencia, el origen y el destino de la vida y del universo. El concepto equivocado deriva de una mala e incompleta difusión del tema. - Hatha Yoga: trata específicamente sobre la práctica física del Yoga, como un camino para llegar a los logros psíquicos más elevados. Del Hatha Yoga provienen las posturas (ásanas y mudras), las técnicas respiratorias profundas (pranayama) y las prácticas de limpieza corporal (kriyas).
- Karma Yoga: el Yoga mediante la acción. Enseña cómo interactuar apropiadamente con el mundo exterior y cómo transformar las acciones simples y cotidianas en prácticas de Yoga.
- Jñana Yoga: el Yoga mediante el conocimiento. Se ocupa de nuestro mundo interior. Es el camino del autodescubrimiento mediante el estudio, la reflexión y la Meditación.
- Bhakti Yoga: el Yoga mediante la devoción. No se trata de la devoción religiosa, sino de un sentimiento de atracción y afinidad hacia la entidad trascendente, el alma o conciencia universal.
- Astanga Yoga: el Yoga de ocho pasos. Un sistema tradicional de ocho etapas consecutivas y graduales, atribuido al sabio Patañjali (siglo III a. c.). Abarca desde la conducta cotidiana hasta el logro de un estado de conciencia pura (samadhi), que es la meta última del Yoga. También es llamado Raja Yoga (el rey de los Yogas). El Astanga Yoga se centra especialmente en los procesos psíquicos más profundos y en la práctica de la Meditación.
No confundir con el Astanga Vinyasa Yoga, que es un sistema de Yoga corporal dinámico, popularizado a mediados del siglo XX por K. Pattabhi Jois (1915-2009).
Es importante destacar que una de las particularidades de la enseñanza de Sri P. R. Sarkar es su compromiso social y la orientación de la práctica del Yoga hacia el bienestar de todos los seres vivientes.
Fundamento
El Yoga se basa en un principio muy sencillo: todos los seres anhelamos el bienestar, la paz y la felicidad. Las plantas y los animales logran su bienestar satisfaciendo sus necesidades básicas: alimentarse, descansar, protegerse y reproducirse. Pero los seres humanos necesitamos más, anhelamos logros de naturaleza intelectual, emocional y, fundamentalmente, espiritual. ¿Cómo podemos satisfacer estos anhelos humanos superiores? Todo el sistema del Yoga gira en torno a la respuesta de esta pregunta.
Concepto de ser humano
Desde la perspectiva del Yoga se concibe a la persona como una totalidad, formada por la interacción coordinada entre cuerpo, mente y conciencia, viviendo y desarrollándose en un particular entorno material y social. Es uno de los motivos que hacen difícil la categorización del Yoga, ya que su objeto de estudio y práctica es la persona completa y su relación con el medioambiente y con la comunidad. No tiene por lo tanto un enfoque puramente biológico, psicológico, ecológico, metafísico o social, sino la combinación de todos ellos.
Practicar Yoga no se trata solamente de realizar una serie de ejercicios físicos, o de sentarse a meditar, sino de mejorar todos los aspectos de nuestra personalidad.
Concepto de sociedad
Los humanos somos seres sociales. Naturalmente formamos comunidades más o menos organizadas y pasamos toda nuestra vida en ellas. Uno de los principios éticos fundamentales del Yoga es que todos debemos colaborar, de acuerdo a nuestras capacidades, para el mejoramiento material, mental y espiritual de nuestra comunidad, y de la sociedad humana en general.
En síntesis
Creemos que, visto desde esta perspectiva esencial, el Yoga es una alternativa posible y eficiente que puede mejorar la vida individual y proyectarse de manera positiva hacia la comunidad. Más allá de la compleja problemática que atraviesa en el presente la humanidad, el Yoga nos presenta un camino de autodescubrimiento, a la vez realista y esperanzado, y la posibilidad de desarrollar nuestras virtudes más elevadas y nuestras mejores capacidades.
Una apuesta fuerte a la divinidad y a la grandeza del ser humano.